ESTRATEGIAS DE INVERSIÓN EN ACCIONES COLOMBIANAS PARA EL 2016


La calificadora Standard and Poor’s (S&P) decidió revisar de estable a negativa su perspectiva sobre la calificación de la República de Colombia. Para la agencia esta decisión refleja el hecho de que existe una probabilidad superior a un tercio de un recorte en las calificaciones soberanas si las posiciones fiscal y externa del país presentan un deterioro frente a su escenario base. S&P estima para este año un balance para el sector público consolidado de -3% del PIB y un balance en cuenta corriente de -6,2% del PIB. Al tiempo, S&P reafirmó los niveles actuales de la calificación de largo plazo tanto de la deuda en moneda extranjera (BBB) como en moneda local (BBB-).

Los principales argumentos detrás de esta decisión son:

      La revisión a la baja en la proyección de precios del petróleo. Recientemente S&P ajustó sus previsiones para la cotización de la referencia WTI a un promedio de US$40 por barril en 2016, US$45 en 2017 y US$50 en 2018. En virtud de este cambio, se deterioraron las expectativas de la agencia sobre el crecimiento, el balance fiscal y la posición externa de Colombia.

      La profundización de la desaceleración económica en 2016. La caída más fuerte de los precios del petróleo llevan a S&P a prever un crecimiento de 2,9% en 2015 (inferior a nuestra expectativa de 3,1%), 2,6% en 2016 (en línea con nuestro escenario base) y 3,3% en 2017 (40 pbs superior a nuestra previsión). Para la calificadora esta desaceleración es consistente con lo ocurrido en otros países que han sufrido choques externos similares.

      La ampliación del déficit fiscal. La agencia calificadora espera un déficit para el sector público consolidado de 3% del PIB este año y 2,3% para los dos años siguientes. Esto representa una ampliación sustancial frente al nivel promedio de 1,6% del PIB observado entre 2013 y 2015.

      El crecimiento de la deuda pública. La anterior tendencia, sumada al efecto de la depreciación cambiaria sobre el valor de los pasivos externos denominados en pesos, ha supuesto un aumento de los pasivos netos del sector público, desde menos del 29% del PIB en 2013 a un promedio de 36% del PIB este y el próximo año.

      El deterioro de la posición externa del país. Por una parte, la deuda externa neta  como proporción de los ingresos de la cuenta corriente se incrementó de 52% en 2014 a 75% en 2015. Este resultado está explicado por el descenso en el valor de las exportaciones de materias primas y las necesidades crecientes de financiamiento externo. De otra parte, la posición deudora neta como porcentaje de los ingresos de la cuenta corriente pasó de menos de 150% en 2015 a más de 200% en 2015.

En el comunicado también se resaltan aspectos positivos que permiten que Colombia mantenga su grado de inversión:

      La historia de buen manejo fiscal y monetario, junto con la mejora en las condiciones de seguridad, han permitido que nuestra economía mantenga un ritmo de actividad productiva e inversión crecientes, y que aumente su capacidad de respuesta ante los choques internacionales.



      La perspectiva de un acuerdo de paz hace que el conflicto interno deje de ser para S&P una limitación en materia de efectividad institucional. Además, pese a que las condiciones de seguridad han mejorado en los últimos años, la materialización del acuerdo con las FARC representaría un cambio significativo para Colombia. S&P asume que las negociaciones concluirán este año, incluso si no se cumple el plazo actual del 23 de marzo.


      La puesta en marcha de los proyectos de infraestructura 4G será un factor que no solo mitigará la desaceleración causada por la caída en los precios de las materias primas, sino que además complementará los beneficios que resultarán del proceso de paz.

 Para S&P el destino futuro de la calificación de Colombia dependerá de los siguientes factores:

      Si las autoridades no consiguen adoptar este año las medidas requeridas para estabilizar la tendencia de creciente endeudamiento y para reducir los desbalances económicos, las posiciones fiscal y externa se deteriorarían aún más.

      En particular, un fracaso en las negociaciones de paz o un debilitamiento en el margen de maniobra política del Gobierno que limiten su capacidad para ajustar la política fiscal serían los detonantes para que S&P redujese la calificación del país. En este sentido, el comunicado de la agencia es explícito en asumir que el próximo mes el Gobierno dará detalles sobre sus planes de recorte de gastos (que según se ha anunciado recientemente serían de 0,8% del PIB). Asimismo, asume que en el transcurso de este año las autoridades avanzarán en medidas de carácter estructural relacionadas con los ingresos y los gastos. Si bien hay claridad en que la reforma tributaria estructural atacará el primer frente, hasta el momento hay pocos detalles sobre las alternativas que considerará el Gobierno frente al tema del gasto en el mediano plazo.

      Para S&P las calificaciones se mantendrían si el proceso de paz avanza de forma que el Gobierno logre sacar adelante sus iniciativas de ajuste de las finanzas públicas. La exitosa ejecución del programa de infraestructura 4G también será para la agencia un elemento clave de la estabilidad económica y fiscal del país.

 ¿Qué valoración hacemos del anuncio de S&P?

      La decisión de la calificadora valida la tendencia que desde hace meses muestran las primas de riesgo país. En efecto, desde que los precios del petróleo empezaron a caer a mediados de 2014 el spread de la deuda externa colombiana se ha ampliado de forma consistente. Si bien las primas de riesgo de otros países latinoamericanos también han subido en ese lapso, el incremento de la colombiana ha sido más pronunciado que el de países con similar calificación, tales como Perú o México.

      En ese sentido, nuestros modelos sugieren que la calificación implícita para Colombia en los niveles actuales de la prima de riesgo se ubica en grado especulativo. Un indicador que construimos a partir de los spreads de los CDS soberanos muestra que las calificaciones asignadas por los agentes de mercado para las principales economías latinoamericanas son inferiores a las vigentes por parte de las calificadoras de riesgo. Para el caso de Colombia, frente al BBB asignado por S&P la calificación implícita es BB+, es decir dos peldaños menos. Lo anterior confirma el hecho estilizado de que los mercados de deuda y derivados suelen anticipar las decisiones de las agencias calificadoras.  

      Con base en lo anterior, prevemos que el anunció no tendrá un impacto permanente en los mercados cambiario y de deuda pública. Si bien puede haber una reacción inicial que suscite un debilitamiento del peso frente al dólar y un empinamiento adicional de la curva de TES en lo que resta de esta semana, consideramos que los precios actuales recogen en buena medida las tendencias que llevaron a S&P a poner en perspectiva negativa la calificación del país.

      A nuestro juicio, el efecto más importante de esta decisión es consolidar el nivel actual de la prima de riesgo país, y como resultado de ello del USDCOP y la pendiente de la curva de TES. En ese orden de ideas, creemos que es menos probable observar correcciones sustanciales en estas variables, en especial si se tiene en cuenta que las medidas que anuncien las autoridades en los próximos días ya forman parte del escenario base de S&P.

      En términos de impactos económicos, creemos que el mayor efecto se observaría en el crecimiento. La decisión de S&P puede traducirse en un menor dinamismo del consumo y la inversión, lo que generaría un efecto de desaceleración adicional en el crecimiento de 2016. Esto se daría como resultado de tres factores:
1) Si bien los indicadores de confianza de los agentes económicos se han reducido en el arranque del año, es de esperar que la decisión de S&P extienda en términos de tiempo y magnitud este deterioro.
2) El costo del financiamiento tanto externo como interno permanecerá alto, lo que implicará un endurecimiento adicional de las condiciones financieras que se suma a los incrementos recientes de la tasa repo.
3) Los recortes de gasto que adoptará el Gobierno harán que el aporte de la demanda pública al crecimiento de este año sea menor que lo previsto.

      En nuestro escenario base el crecimiento esperado para 2016 es 2,6%, y en el escenario adverso es 1,8%. La revisión de la perspectiva de la calificación implica un riesgo sobre nuestro escenario base y una mayor probabilidad de ocurrencia del bajista. No obstante, la materialización de este sesgo dependerá de la estrategia específica que adopten las autoridades para hacer frente a los desafíos fiscales y a las vulnerabilidades externas del país.

      Se confirma la tendencia hacia una política monetaria más restrictiva. Con este desarrollo se hace todavía más claro que las decisiones del Emisor en 2016 no solo se centrarán en la disyuntiva entre crecimiento e inflación, sino que también incorporarán como dimensión relevante el control del desbalance externo. Esto es consistente con incrementos adicionales en la tasa repo, que en nuestro escenario base seguirán a un ritmo de 25 pbs, pero que podrían intensificarse en caso de que se agudicen los choques externos o inflacionarios.

En cualquier caso, advertimos que la reducción del déficit en cuenta corriente será para las autoridades colombianas un objetivo que tendrá importantes costos, sobre todo en materia de desaceleración de la actividad productiva, así como desafíos, puesto que la experiencia de países como Australia demuestra que la efectividad de este tipo de actuaciones es limitada.


      El mantenimiento de la calificación de riesgo soberana dependerá de aspectos que van más allá de lo económico. Queremos enfatizar que la capacidad de las autoridades de tomar y ejecutar decisiones apropiadas de política será una consideración crucial para las agencias calificadoras. Vale la pena recordar que el detonante de las reducciones de calificación que sufrió Brasil el año pasado fue el escaso margen de maniobra del gobierno de Dilma Rousseff para sacar adelante las medidas de consolidación fiscal requeridas por ese país. En nuestro caso, la intención expresada por las autoridades de avanzar en la senda de austeridad deberá trasladarse en corto tiempo en medidas que devuelvan la confianza de los agentes económicos, en medio de un contexto político y social complejo. Por lo tanto, se tratará de un auténtico reto de economía política.  

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