En
momentos en que cunde el pesimismo en el país—en febrero el Índice de Confianza
del Consumidor de Fedesarrollo se ubicó en su nivel más bajo desde 2002—no
dejan de sorprender las buenas cifras económicas que arrojan Cali y el Valle.
Por donde se la mire—empleo, industria, comercio,
construcción—es evidente
que la economía regional atraviesa por una buena coyuntura; cosa que no
se puede decir, por ejemplo, de las de Santander o Cundinamarca tan dependientes,
directa o indirectamente (vía gasto del estado), del sector minero-energético.
La
primera sorpresa la dieron las cifra de empleo de enero. Comparando con igual
período del año anterior, el número de ocupados en Cali creció en 47.000 (un
4%), mientras que en Bogotá cayó un 1,6%, en Bucaramanga y Medellín se
mantuvo estancando y en Barranquilla aumentó un 1,4%. De hecho, Cali igualó la
tasa de desempleo de Medellín, cosa que no sucedía desde 2010, y se acerca a la
de Bogotá. El buen desempeño del empleo en Cali explica el que haya sido, con
Barranquilla, la que más redujo la pobreza en 2015 (del 19,1% al 16,5%) entre
las grandes capitales. En Bogotá y Bucaramanga, el porcentaje de personas
pobres aumentó.
Otra grata noticia la dio la industria. Los datos a
enero—crecimiento industrial del 8,2% (efecto Reficar) y del 4,3% (sin
refinación)—aún no han sido desagregados por departamento. Sin embargo, el DANE reveló que
en 2015 la industria de Cali ciudad-región creció un 2,7%, la mayor tasa
después del Eje Cafetero (+3,1%), y por encima de Barranquilla-Cartagena
(+1,9%), Medellín (+1,2%), los Santanderes (-0,1%) y Bogotá (-2,7%). La
devaluación del peso ha permitido a las industrias vallecaucanas comenzar a
desplazar importaciones y volver a pensar seriamente en exportar. De hecho, las
exportaciones del Valle crecieron un 3,4% en enero, al tiempo que cayeron las
de Atlántico (-4,1%), Bogotá (-22,5%), Antioquia (-28,6%) y Santander (-29,4%).
Los datos del consumo de los hogares en el Valle en enero
fueron excelentes. Las ventas del comercio crecieron un 7,5%; frente al 3,3% de
Medellín, el 1,4% de Barranquilla y caídas del 1,1% en Bogotá y el 8,2% en
Bucaramanga. El Valle fue el único departamento donde, a pesar del
encarecimiento de los vehículos por la devaluación, sus ventas en el bimestre
enero-febrero crecieron ligeramente (0,3%). En Antioquia cayeron un 1,8%, y se
desplomaron en Santander (-18,3%), Atlántico (-21,9%) y Bogotá (-23,8%). El
influjo de remesas, que pasó de $2,4 billones en 2014 a $3,5 billones en 2015,
y sobrepasará los $4 billones este año, está estimulando el consumo y la compra
de vivienda en el departamento.
Esto último lo refleja el crecimiento fenomenal de los
despachos de concreto en el Valle en enero (+34,7%) frente al mismo mes de 2015.
En Atlántico también se observó un buen desempeño (+16,6%), pero hubo caídas
pronunciadas en Antioquia (-10,5%), Santander (-11,6%) y Cundinamarca (-14%).
Tras largos años de estancamiento, el mercado de la construcción en el Valle ha
recobrado su ímpetu.
Aunque
la economía nacional se ha deteriorado desde el derrumbe del precio del
petróleo en 2014, el país crece a una tasa razonable 3% anual (el Valle cerca
del 4%). Sin embargo, pareciera que estamos peor que en 2008-2009 cuando la
economía mundial se descuadernó. No hay razón alguna para dejarnos contagiar
del pesimismo que emana del centro del país que vivió una década dentro de una
burbuja inflada por una bonanza no renovable y un estado dadivoso.
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