Con
un dólar más caro y un consumo cada vez menos dinámico, los importadores se las ingenian
para no subir precios y buscan alternativas que les permitan mantenerse
en el mercado. ¿Hasta cuándo?
Contra los palos. Así, literalmente, están los importadores de bienes para
el mercado colombiano, que por años estuvieron en los gloriosos y ahora pasan
por los dolorosos.
Una combinación de alta devaluación y estancamiento en el consumo los
tienen maniatados para aumentar sus precios al consumidor y los han obligado a recortar márgenes de
utilidad y buscar alternativas para mantenerse en el mercado.
Importadores
de bienes durables, como vehículos, electrodomésticos, dispositivos
electrónicos y celulares, y en alguna medida los de juguetes, alimentos y
cosméticos son los más afectados y están haciendo verdaderos ‘malabares’
para sortear la actual coyuntura. Ya que, cuando la tasa de cambio enfrenta
movimientos fuertes en un espacio de tiempo corto, la respuesta de los
empresarios ante ese choque puede variar y, por ende, los efectos sobre la
inflación no son siempre iguales, automáticos ni uniformes.
Una circunstancia importante en la coyuntura actual es
que el movimiento de la tasa de cambio, si bien ha sido recurrente desde junio
de 2014 y de magnitud importante, también coincide con una disminución considerable en los ingresos
por exportaciones del país, lo que significa un choque externo a la demanda
interna.
Por eso, incluso en un contexto favorable en las cifras de empleo como el actual
–la tasa de desempleo se ubicó en 8,9% al cierre de marzo–, hay mayor
precaución de los empresarios que importan bienes, en especial en productos de
consumo, por cuanto en un mercado con menor demanda disminuye el poder de
precios de los empresarios.
Esto explica que las alzas en los precios de los
productos importados, que a comienzos de año parecían inminentes, todavía no se
hayan dado en algunos casos, o en otros no lleguen a la misma proporción de la
devaluación. Muchas
empresas han tenido que frenarlas e, incluso, devolverse después de haber
aumentado precios.
Oliverio Enrique García, presidente de Andemos, el gremio de los importadores de
vehículos, reconoce que, aunque la devaluación haya llegado a 30%, las
circunstancias del mercado hacen que no sea posible aumentar los precios en esa
misma proporción.
“Quien aumente los precios de los vehículos en 30% comete
un suicidio”, asegura García, y no solo porque el mercado se ha puesto más
lento –la venta de vehículos
cayó 16% en abril, según el Comité Automotor y Fenalco– sino también
porque compite con el que compró un inventario largo, que puede esperar más para subir sus precios.
Aunque algunos importadores han hecho ajustes en los precios de los
vehículos, estos son todavía muy tímidos. “Nadie está subiendo los precios a
márgenes altos, y lo que se empieza a ver es un deterioro en las utilidades
porque las empresas están sacrificando márgenes por ahora”, asegura
García.
Lo cierto es que, cuando la tendencia de la tasa de
cambio es más o menos predecible, los precios de los bienes importados pueden ir asimilando e
incorporando esa expectativa, pero una de las mayores complejidades para
administrar los precios de bienes importados se da cuando hay cambios de la tendencia
en la tasa de cambio en magnitudes importantes, como ha venido ocurriendo.
Consumo quieto
La
menor confianza de los consumidores, no solo en las condiciones actuales sino
también de las expectativas futuras, como lo ha señalado la encuesta de
Fedesarrollo, también está jugando en contra de los importadores.
En el sector de electrodomésticos, las compañías han
tenido que ingeniárselas para mantener sus ventas. Florencia Leal, directora de
la Cámara de Electrodomésticos de la Andi, asegura que en su sector “la devaluación afecta a todos:
a los importadores, porque recae sobre 100% de lo que traen, y a los
fabricantes locales, porque cerca de 40% de las piezas las importan y esto
encarece el producto final”, asegura Leal.
Por ser un mercado tan competido, las empresas han optado por afinar sus estrategias
y algunas decidieron aumentar sus promociones, rebajar sus precios o acelerar
los lanzamientos de nuevos productos. Otras han optado por recortar sus
márgenes de utilidad para llegarles a sus clientes. Pocas han podido subir
precios.
Julio Baek, presidente de LG en Colombia, asegura que, “pese a que nos afecta el alza
del dólar, la demanda no ha caído, por el contrario, está creciendo y esto se
debe principalmente a que traemos al país productos con valor agregado y
diferenciado, lo que impide que el precio del dólar nos afecte”.
El mercado de televisores en Colombia mueve al año unos
US$1.200 millones, y cerca de 90% corresponde a producto importado, de acuerdo
con la firma de análisis de mercados GfK.
En su mayoría, la venta de televisores corresponde a
productos importados, y este año se espera que tenga dinamismo por la Copa
América de fútbol que se jugará en Chile. La meta de Baek, de LG, es que la venta de televisores
crezca por encima de 10% y que su marca logre una participación superior
a 50% del mercado en el país.
Tampoco se puede desconocer que la reforma tributaria de
finales de 2014 implica un
menor ingreso disponible para las personas de mayores ingresos en el país,
a través del impuesto a la riqueza, lo que sugiere una débil demanda para
bienes más suntuosos.
Esto ha obligado a las aerolíneas a diversificar estrategias para
mantener el crecimiento que traían desde 2014. Gilberto Salcedo,
presidente de Atac –el gremio de las aerolíneas– , explica que el año pasado el
crecimiento del transporte aéreo fue de 8,1% y se explica por un aumento en los
pasajeros internacionales, de 12%, y de 6,5% en los nacionales.
Para
el sector aéreo, el impacto de la devaluación ha sido fuerte, pues se estima
que entre 60% y 65% de los costos de operación de una aerolínea son en dólares
y, aunque el combustible de aviación cayó, su impacto en la estructura de
costos no alcanza a compensar.
Pero el mayor costo no se ha transferido al consumidor
porque, según Salcedo, “el
precio de los tiquetes, si bien tiene fundamento en los costos, se fija por el
mercado. En este sentido, la gran competencia en el mercado colombiano
ha ayudado a mantener precios muy competitivos. Tan competitivo es el mercado
colombiano que el año pasado fue el segundo país de Latinoamérica con menor valor por kilómetro
transportado”.
El
panorama de la tasa de cambio sigue incierto, especialmente desde
mediados de marzo, cuando el peso colombiano frente al dólar se ha corregido en
cerca de 11%.
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