Una
buena práctica es clasificar nuestros gastos en distintas categorías, y a
partir de ello hacer un presupuesto que sea realista y adaptado a nuestro
propio patrón de gastos.
Muchas
personas cuentan con un ingreso fijo y periódico. Es decir, saben exactamente
cuánto dinero van a recibir la siguiente quincena, mes o semana, dependiendo el
caso.
Aun así, les cuesta muchísimo trabajo mantener un orden
en sus finanzas personales: ahorrar o seguir un presupuesto, lo que termina
siendo un problema al final de su periodo de pago, pues ya no tienen dinero o
incluso están en números rojos.
Existen
algunas estrategias de planeación financiera que pueden ser muy útiles y
perfectamente aplicables a quienes, por más que intentan, no logran seguir su
propio plan financiero.
Simplificar
el presupuesto
Aunque hemos recomendado en este espacio que una buena
práctica es clasificar nuestros gastos en distintas categorías, y a partir de
ello hacer un presupuesto que sea realista y adaptado a nuestro propio patrón
de gastos, lo cierto es que a muchas personas se les dificulta.
¿Por qué no pensar, entonces, en hacer un presupuesto
mucho más simple, que sólo tenga unas cuantas categorías y que no requiera un
registro de nuestros gastos?
Podríamos
hacer un presupuesto con sólo cinco categorías como se muestra a continuación:
- Gastos esenciales: 60%.
- Gastos irregulares: 10%.
- Diversiones / vacaciones: 10%.
- Ahorro para el retiro: 10%.
- Fondo para emergencias: 10%.
Su implementación sería muy sencilla. Pero necesitamos,
además de la cuenta donde recibimos nuestra nómina, otras cuatro cuentas de la
siguiente manera:
Un plan
personal de retiro para destinar ahí nuestro ahorro para el retiro.
Una
cuenta para nuestros gastos irregulares.
Una sociedad de inversión en instrumentos de deuda con
liquidez diaria para nuestro
fondo de emergencias o bien la inversión líquida que nos ofrezca el
banco donde tenemos nuestra cuenta de nómina.
Una
cuenta en una distribuidora de fondos de inversión para nuestras diversiones o
vacaciones.
Entonces, cada vez que recibimos nuestro ingreso, podemos transferir 10% del mismo
a cada una de estas cuentas distintas. En algunos casos, incluso,
podemos programar estas transferencias de manera automática, lo cual nos ayuda
aún más. El 60% restante es el dinero que podemos gastar.
Es claro que estos porcentajes no tienen por qué ser
fijos —sé perfectamente
que los gastos esenciales de algunas personas superan por mucho 60%. Es
simplemente una idea de cómo se podría implementar esta estrategia y hacer un
presupuesto simple que nos permita establecer un ahorro para el retiro, tomar
en cuenta aquellos gastos que no ocurren cada mes para que no nos agarren “en
curva”, crear un fondo para emergencias y además tener dinero adicional para
diversiones aquellos gastos que no son indispensables pero que sí nos gusta
hacer.
Una
consideración básica para 60%: nuestros compromisos no son gastos fijos.
Si analizamos las cosas detenidamente, fácilmente nos
podremos dar cuenta de que en el pasado los gastos fijos eran mucho menores que
ahora. Ahora adquirimos muchos más compromisos que nos generan un gasto
recurrente, por ejemplo:
- Televisión por cable.
- Telefonía celular.
- Servicios de Internet.
- Cargos automáticos pequeños, como seguros ligados a tarjetas de crédito, etcétera.
Ese incremento moderado pero constante en los compromisos
de las personas es lo que muchas veces aprieta el presupuesto y que muchas
veces no son indispensables.
Es decir: hay gastos fijos que no son fijos, que sí podemos recortar o por
lo menos reducir sin afectar sensiblemente nuestra calidad de vida.
¿Te has puesto a pensar en ellos y en cómo puedes
reducirlos?
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