"Se
esperaba un fuerte impacto en los mercados tras la cadena de atentados que
tuvieron lugar en París. Pero las bolsas reaccionaron con serenidad, con
firmeza, a la masacre del terrorismo yihadista."
Con
mucha incertidumbre se esperaban los primeros cambios de las bolsas europeas
tras los ataques terroristas en la capital francesa.
No hay que olvidar que el mercado de renta variable es un termómetro muy fiable
para medir el impacto de los atentados, aunque es verdad que en esta
ocasión, a diferencia de lo sucedido con las Torres Gemelas en Nueva York, con
los trenes en Madrid o con el Metro en Londres, cuando se tuvo conocimiento de la matanza de París las
puertas de todos los mercados estaban cerradas.
Y tenían por delante un largo fin de semana para digerir
lo sucedido. Toda la
confusión inicial, las tensiones, los temores que rodean las primeras horas de
los ataques no tuvieron a las bolsas como testigo directo. Eso, junto a
que un atentado de esa envergadura ya no es algo nuevo para los mercados, ya
saben que cada cierto tiempo tienen que convivir con ello, hizo que tras las
lógicas dudas iniciales, los
inversores se mantuvieran firmes, los índices no se desplomaran.
Esta reacción confirma que las bolsas creen que los
atentados no van a tener un
impacto notable en el consumo ni en el crecimiento económico, que los
terroristas no van a cambiar nuestro modo de vida, nuestras costumbres, que tras el desasosiego inicial
se acaba volviendo a la normalidad, porque no queda otra.
Y otro mensaje que se desprende del comportamiento de las
bolsas es que confían en
que las fuerzas de seguridad de los países europeos y sus respectivos gobiernos
trabajen unidos, de verdad, para derrotar al terrorismo.
No se
puede dejar a Francia librar sola esta batalla. Toda Europa está en el
punto de mira de los terroristas del Daesh. Pero para conseguir este objetivo es necesario un compromiso real,
sin fisuras, sin ninguna grieta entre todos los países. Y que algunos gobiernos
se quiten la careta, porque no
se puede poner una vela a Francia y otra al Daesh.
Y no
hablo de colaborar en los bombardeos aéreos o incluso en un ataque terrestre,
que no creo sirvan para acabar con el terrorismo yihadista, sino de acabar con sus fuentes
de financiación: la
venta de petróleo y de valiosas piezas de arte, el dinero que recaudan con el tráfico de
refugiados o con los secuestros.
No
pueden algunos gobiernos europeos mostrar un incondicional apoyo a Francia y al
mismo tiempo negociar con el Daesh en un lujoso bufete de abogados de Londres.
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