El
Papa pide más atención sobre los problemas medioambientales.
Su
mensaje se inspiró en su experiencia en América Latina.
El
Papa afirma que el carbono emitido por los humanos es la principal causa del
calentamiento de la Tierra y que urge una acción
La
encíclica “Laudato si’” (“Alabado seas”), publicada la semana pasada por el
papa Francisco, es un documento fácil de leer y, en algunos pasajes, hermoso.
Con la mirada puesta sobre la diplomacia del cambio climático, que alcanzará su
punto crítico en diciembre próximo, afirma que el carbono emitido por los humanos es la principal causa del
calentamiento de la Tierra y que urge una acción rápida para frenarlo,
especialmente de los países ricos.
Se
trata de la primera ocasión en que la más grande entidad religiosa del mundo se
pronuncia sobre el bienestar del planeta de esta manera y, además,
presenta un nuevo estilo de declaración papal. Es que esta encíclica parece estar dirigida a la
humanidad en general.
Aunque a menudo cita los puntos de vista ecológicos de la
Iglesia católica, evita referirse al pecado y se basa en fuentes que no son
cristianas ni religiosas. Muchas de sus 190 páginas parecen provenir de alguna
ONG secular, pero también
hay pasajes tiernos y líricos que piden un “cambio de actitud” en los
consumidores y en quienes toman las decisiones.
El Papa ha explicado que la inspiración de la encíclica
viene de su experiencia en América Latina y que su influencia depende de la
reacción que tendrá en esta región, donde habitan 425 millones de católicos
(cerca del 40% del total global) y lugar de delicados dilemas ambientales.
En los círculos católicos de izquierda, sobre todo
hispanos, el documento es
visto como la reivindicación de una nueva corriente de pensamiento, dirigida a
darles voz a los pobres y al Sur sin ser marxista. Emergió en la
Conferencia de Aparecida, en el 2007, donde el entonces cardenal Jorge Mario
Bergoglio fue figura clave y hoy es visto como el abanderado de ese mensaje.
El espíritu anticolonial de Aparecida está claramente
presente en la encíclica, pues cita la advertencia de los obispos latinoamericanos de que las
propuestas para “internacionalizar” la Amazonía podrían ser asaltos
apenas velados contra la soberanía. Francisco ha señalado que fue en esa
reunión que entendió que los
bosques debían ser salvados.
Muchos
males, como la deforestación, pueden verse mejor desde lo alto; pero a
ras del suelo y en algunos lugares ecológicamente afectados, la imagen de
católicos inspirados por el Papa oponiéndose a los contaminadores y taladores da paso a una realidad más
compleja. En primer lugar, la capacidad de la Iglesia católica para defender alguna causa
colectiva ha sido limitada por el surgimiento de sectas protestantes que
ofrecen un camino más simple hacia la salvación y la riqueza.
Algunos católicos latinoamericanos están imitando ese
estilo. En Brasil, donde abundan muchas formas de cristianismo, algunas de las
voces políticas más fuertes son de evangélicos vinculados con la agroindustria;
y uno de los más celosos católicos en la vida pública brasileña es Blairo
Maggi, senador de Mato Grosso conocido como el “rey de la soya” y escéptico sobre la
conservación de los bosques.
Por su parte, Edilberto Sena, sacerdote católico de
izquierda, reconoce que
algunos pobres se esfuerzan por entender su preocupación por la tala ilegal
y, además, tiene que competir con predicadores que prometen ayudar con
problemas más personales. Aunque destaca que el Papa esté actuando “como el pastor del mundo entero y
no solo de los católicos”, duda que esto cambie a los patrones de su
país.
Pero hay brasileños optimistas. Valdir Raupp, un devoto
senador, tiene la esperanza de que gracias a la encíclica, la educación reemplazará la
represión como la mejor manera para preservar los bosques.
En Ecuador, las paradojas son más profundas. El
presidente Rafael Correa considera que la encíclica impulsará su imagen como
“ecocatólico”, pese a que enfrenta una ola de protestas contra su propia ley
ambiental. En el 2013, rompió su promesa de no realizar perforaciones
petroleras en el Parque Nacional Yasuní, provocando que 750,000 personas
firmasen un pedido de referéndum que fue denegado debido a un tecnicismo legal.
Asimismo, disolvió la ONG Pachamama por tratarse de una
“amenaza a la seguridad nacional”, luego que organizara una pequeña protesta
contra licitaciones petroleras en la Amazonía. Su intento de iniciar operaciones mineras a tajo abierto
en valles remotos ha generado conflictos con líderes indígenas y hace
unas semanas, un plan que habría alterado el estatus del parque nacional de las
Islas Galápagos fue el factor detrás de una ola de manifestaciones.
Y en
Argentina, los problemas ambientales pueden verse como irónicos y no como
luchas entre el bien y el mal. Una de sus grandes preocupaciones es una planta
papelera en Uruguay que descarga sus residuos en el Río de la Plata y que
provocó reacciones furiosas en el 2013 cuando se anunció un aumento de su
capacidad instalada. El principal objeto de la ira argentina no fue ningún
capitalista del Norte sino el entonces presidente José Mujica, quien es visto como un héroe liberal e
izquierdista.
PODCASTS
LA ENCÍCLICA LAUDATO SI DEL PAPA FRANCISCO VISTA POR THE ECONOMIST
La encíclica Laudato Si del Papa Francisco aborda la crisis ambiental y la responsabilidad humana hacia el cuidado del planeta. The Economist destaca su enfoque integral, llamando a la acción para enfrentar el cambio climático, la pobreza y la degradación ambiental, proponiendo soluciones globales y solidarias.
THE ENCYCLICAL LAUDATO SI BY POPE FRANCIS AS SEEN BY THE ECONOMIST
Pope Francis' encyclical Laudato Si addresses the environmental crisis and human responsibility toward caring for the planet. The Economist highlights its comprehensive approach, calling for action to tackle climate change, poverty, and environmental degradation, proposing global and solidarity-driven solutions.
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