Varias
figuras prominentes de la economía alemana se reunieron en verano con Igor
Ivanovich Sechin, de 54 años y presidente de Rosneft, el principal consorcio
estatal ruso. Un hombre poderoso, probablemente el más poderoso después de Putin. Lo
llaman el Zar de la Energía, pero también Darth Vader.
Sechin sirvió en el KGB, al igual que Putin. Luego estuvo
a sus órdenes como jefe de gabinete. Bajo su dirección, la empresa estatal
Rosneft, en situación de bancarrota fáctica, se convirtió en el principal
contribuyente a las arcas públicas rusas y en uno de los mayores exportadores de petróleo del
mundo.
Prácticamente
el 50 por ciento de los ingresos por exportaciones rusas proceden de la venta
de petróleo. Se puede decir que Sechin es el hombre que hace posible el poder
de Putin. Y Putin
necesita un precio del petróleo de al menos 95 dólares el barril, 40
dólares por encima del actual, para mantener su estado. Esa mañana de verano a
orillas del Wannsee, Putin
ya se ha anexionado Crimea, y en Ucrania acaba de empezar la guerra.
Europa
y Estados Unidos han impuesto sanciones, medidas que afectan también a
la industria petrolera rusa. La presencia de Igor Sechin está pensada como una
señal, como una medida para transmitir confianza... por ambas partes.
Sechin
anuncia que necesita dinero, tecnología, equipos de perforación, todo lo que
las sanciones le niegan. Los viejos campos petrolíferos siberianos cada vez producen menos.
Y extraer petróleo de unos
pozos casi agotados se hace cada vez más laborioso y caro; tienen que
buscarlo en lugares más remotos, incluso en pleno Ártico. Algo que solo resulta rentable
con un precio del petróleo muy alto.
A finales de septiembre, Rosneft anunció que se había encontrado petróleo en el
mar de Kara. Pero entonces los socios americanos comunicaron que abandonaban el proyecto.
La conquista del Ártico quedaba aplazada sine díe.
Rusia
necesita el petróleo, sin él no tiene futuro. Se ha perdido la
oportunidad de modernizar el país, de diversificar su economía. «La 'burbuja Putin' está
explotando», afirma el economista Paul Krugman.
Las
reservas de divisas disminuyen a toda velocidad, la fuga de capitales se ha
doblado. La
inflación alcanzará este año el diez por ciento. En Moscú se culpa a
Occidente de la caída del precio del petróleo. La teoría de la conspiración está a la orden del día.
Si todo sigue así, los expertos temen que la economía rusa no tarde en colapsar... con
consecuencias imprevisibles para el resto del mundo. El riesgo de que la crisis se salga de control es
demasiado grande.
-Las compañías petroleras financian al Estado. Sus nueva
explotaciones, como la de la región ártica de Pechora, son cada vez más
costosas.
-282.000 millones de dólares reportaron las exportaciones
de petróleo en 2014.
-40 dólares más por barril necesita Putin para cubrir los
Presupuestos del Estado.
-44 dólares es lo que cuesta extraer un barril de
petróleo en Rusia.
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