QUE PAPEL CUMPLE ARABIA SAUDITA EN LA BAJA DE LOS PRECIOS DEL PETROLEO


La cumbre de ministros de los países de la OPEP está a punto de vivir una confrontación total entre sus miembros.

El más poderoso entre los presentes es Ali bin Ibrahim al-Naimi, que desde hace 20 años ocupa el cargo de ministro del Petróleo de los reyes saudíes. Un par de palabras de este hombre son capaces de sacudir mercados enteros.

En teoría, ante la bajada del precio del barril, los países de la OPEP que juntos controlan un tercio de la producción mundial deberían reducir las cantidades que extraen cada día. De esa forma habría una menor oferta, lo que tiraría de los precios de nuevo hacia arriba. Hasta ahora, siempre había sido así. Pero Ali bin Ibrahim al-Naimi, formado en las universidades de élite de Estados Unidos, ya no está por la labor.

Teme por el futuro del poder saudí en esta nueva época. Aramco, la petrolera estatal saudí, lleva desde el verano vendiendo crudo a Asia a un precio muy rebajado. Y ahora Al-Naimi también está decidido a vetar la reducción de las cuotas de la OPEP, pese a las presiones de los representantes de Venezuela e Irán. Su negativa supone un cambio de paradigma cuyas consecuencias ya se perciben en todo el mundo. Por primera vez, a los jeques no les mueve la estabilidad de los precios, sino el mantenimiento de su propia situación de poder en el mercado. Reducir la producción no sirve a los intereses de Arabia Saudí, declaró Al-Naimi. Arabia Saudí quiere mantener su cuota de mercado sea como sea, no quiere cederle el negocio a ese nuevo competidor que es Estados Unidos, aunque para ello tenga que renunciar a miles de millones. «Si cae el precio, que caiga», afirmó Al-Naimi. «Afectará gravemente a otros antes de que nosotros lleguemos siquiera a notarlo».


Arabia Saudí es por ahora el mayor exportador de petróleo del mundo. En ningún otro lugar, la extracción es más rentable que en los grandes campos petrolíferos del desierto, de cuatro a cinco dólares el barril, nada más. Por comparación, en Dakota del Norte el coste de extracción alcanza de 50 a 70 dólares. Por lo tanto, los saudíes pueden seguir extrayendo petróleo con beneficios incluso con unos precios en el mercado mundial muy bajos. Eso sí, las fabulosas ganancias del pasado son eso, cosa del pasado. Unos precios bajos del petróleo también suponen una presión importante para el régimen chií de Irán, uno de los rivales más molestos para los gobernantes suníes de Riad. Los iraníes creen que tras la postura saudí se oculta una estrategia política: el petróleo como arma. Thomas Friedman, columnista del New York Times, se preguntaba: «¿Está en marcha una guerra mundial del petróleo, con Estados Unidos y Arabia Saudí, por un lado, y Rusia e Irán, por el otro?». El lema podría ser: «Bombeémosles hasta que mueran».

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