Los
fundamentos del mercado de petróleo no han cambiado mucho, así que no hay
necesidad de entrar en pánico ante el reciente colapso en los precios,
dijo el secretario general de la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP).
El precio del crudo referencial Brent del Mar del Norte
ha caído más de un cuarto desde un máximo superior de 115 dólares por barril en
junio debido a que abundantes suministros de petróleo de alta calidad han
saturado la demanda en muchos mercados, llenando las reservas en todo el mundo.
Pocos temas son más significativos para el futuro de la
economía mundial. Este año, crecieron las amenazas a la provisión mundial de
crudo, con la turbulencia en Irak, las tensiones entre Rusia y Occidente, y la
agitación en otros países petroleros, como Libia. Pero los precios cayeron.
En
gran medida, ello se debió al auge de la producción en los Estados Unidos.
Entre 2011 y 2013, ese país incrementó sus niveles en 2,2 millones de barriles
diarios, más que el aumento total en la demanda planetaria.
Si bien el panorama inmediato para la provisión de
petróleo luce benigno, las
perspectivas a largo plazo son más inquietantes.
Si
las economías emergentes –sobre todo, China– siguen creciendo, también, lo hará
su demanda petrolera. Un puñado de países, como Canadá, Brasil o México,
tiene perspectivas realistas de elevar su producción para satisfacer esa
demanda. Pero una buena
parte de las expectativas recae sobre los Estados Unidos.
Los
Estados Unidos ocupan el papel de “productor variable” que, alguna vez,
desempeñaban Arabia Saudita y otros miembros de la OPEP: aumentar la producción
en momentos de precios altos, para estabilizar el mercado si la producción estadounidense dejara de
crecer –o, peor, si empezara a bajar–, los precios podrían dispararse.
Es probable que eso ocurra en los próximos dos años.
Si no se perforan más pozos, el gran yacimiento de
Ghawar, en Arabia Saudita, perderá, cada año, el 5 por ciento de su producción.
Este año, crecieron las amenazas a la provisión mundial
de crudo, con la turbulencia en Irak, las tensiones entre Rusia y Occidente, y
la agitación en otros países petroleros, como Libia. Pero los precios cayeron.
A mayor aumento en la producción, más perforaciones
nuevas se necesitan para sostenerla.
Con
el tiempo, la perforación dejará de ser lucrativa y la actividad se deprimirá,
lo que hará caer la producción. “El precio del petróleo tendrá que ser mucho más
alto para que sea económico perforar en esos condados menos productivos”.
En los Estados Unidos, la industria del shale sigue
siendo joven. Los primeros
pozos horizontales exitosos fueron perforados en 2002, en el caso del gas, y en
2008, en el del petróleo. Por lo tanto, hay gran incertidumbre acerca de
qué pasará con las reservas a largo plazo.
Hay
buenos motivos para ser optimistas sobre la producción futura. La industria del
shale recién empieza. Ni siquiera, llegó a la adolescencia. Todavía, no se determinó
qué es lo mejor para maximizar la producción. Así que hay margen abundante para
el crecimiento.
Ninguna
bonanza puede durar para siempre. El ritmo frenético del crecimiento en la producción
estadounidense se tornará, cada vez, más difícil de sostener, aunque más
no sea porque el sector trabajará a partir de una base más elevada. Cuando
llegue, la decadencia será rápida. Pero el negocio petrolero está enfrascado en una batalla interminable,
entre los recursos y la creatividad de la industria para determinar cómo
extraerlos. Y, por
ahora, el ingenio humano parece ir ganando.
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