El
gobierno de China rebajó el jueves al 7% su previsión de crecimiento para 2015
durante la apertura del mayor evento político del año.
El dato indica que el gobierno no tomará medidas
drásticas para impulsar el crecimiento por encima del nivel del año pasado, del
7,4%, el más bajo en cerca de 25 años. Al mismo tiempo, los dirigentes se
mostraron preocupados por que una mayor reducción del crecimiento provoque un incremento del
desempleo y de las tensiones sociales.
Durante su comparecencia ante los legisladores del país,
el primer ministro, Li Keqiang, enumeró los desafíos que afronta la economía
china, incluidos un renqueante crecimiento de la inversión, el exceso de capacidad, las
presiones deflacionistas y el aumento de la demanda pública de mejores
servicios sociales.
El nuevo objetivo “tiene en cuenta lo que se necesita y
lo que es posible”, dijo Li en la apertura de la Asamblea Popular china.
Li utilizó el jueves un tono más sobrio que en discursos
anteriores. En varias ocasiones hizo referencia a la necesidad de no dejar que el crecimiento se reduzca
más. Pidió una “tasa de crecimiento en un nivel medio-alto” y sugirió
que una caída por debajo de dicho nivel frenaría un aumento de las rentas. Esto situaría a China en un
punto en que no podría crear suficiente empleo ni financiar la transición hacia
una economía dirigida por los servicios, las pequeñas empresas y las compañías
innovadoras.
Esta coyuntura sugiere que las empresas podrían afrontar
otro año complicado en China, tradicionalmente una fuente de fuerte crecimiento
de las ventas. El año pasado, el repunte de las ventas minoristas se desaceleró
y los mercados --desde los de coches a los de bienes de consumo-- muestran
signos de debilidad.
A
nivel nacional, la demanda parece floja. Pese a que la política monetaria
tiende a relajarse, muchas compañías chinas no quieren pedir préstamos o
expandirse dada la frágil demanda. Las compañías pequeñas que piden
créditos aseguran que los bancos no son receptivos por el temor a la morosidad.
“Unas tasas de interés más bajas no son tanta ayuda”,
afirma el director general de Ake
Electronics, fabricante de dispositivos inteligentes en la ciudad de Foshan.
Li también se comprometió a impulsar reformas fiscales
este año, incluido un uso
generalizado del Impuesto de Valor Agregado y una expansión de los impuestos a
los recursos básicos, para ayudar a reequilibrar la economía.
“Dedicaremos serios esfuerzos a completar una reforma
fiscal sustituyendo el impuesto a las empresas por un Impuesto de Valor Añadido
generalizado”, dijo Li.
La
reforma del IVA, lanzada en 2012 de forma experimental, es un pilar central del
programa del gobierno de China para reequilibrar la economía, alejándola
de las manufacturas, más intensivas en capital, para centrarse en los
servicios.
Según el programa, las compañías solo pagarán los impuestos correspondientes al
IVA, que suelen ser inferiores al impuesto empresarial.
China se alista para la nueva realidad de un crecimiento
económico más moderado
El
ánimo en torno a la economía está decayendo en casi todos los frentes, lo que
significa que mientras crece la demanda de los ciudadanos por mejores colegios,
pensiones más abultadas y cielos más limpios, el gobierno está en una posición
más precaria para proveer tales servicios.
Las autoridades han intentado enviar el mensaje de que la
desaceleración de la segunda mayor economía del mundo no es motivo de alarma,
sino que se trata sencillamente de la nueva realidad.
Los
líderes chinos han anunciado medidas cada vez más drásticas en las últimas
semanas para estimular el crédito de los bancos en un esfuerzo por recobrar los
bríos económicos. Tales iniciativas, no obstante, podrían complicar la
campaña para reducir la dependencia de la economía de las exportaciones, el
mercado inmobiliario y el gasto fiscal.
La
estrategia que escoja el gobierno tendrá repercusiones globales. Un plan
que enfatice el crecimiento a corto plazo podría apuntalar una economía global
aquejada por la crisis europea y la inestable recuperación de Estados Unidos.
Sin embargo, también podría plantear interrogantes sobre el papel de China como
motor de la economía mundial.
El
gobierno afronta serias presiones internas para emprender nuevas medidas.
Muchas empresas señalan que no quieren endeudarse o expandirse debido a la
debilidad de la demanda. Los negocios pequeños indican que los bancos no están otorgando
préstamos ante los temores a un deterioro de su cartera incobrable.
Mientras
tanto, la desigualdad de los ingresos, la salud y las pensiones figuran entre
las principales preocupaciones del público, según encuestas divulgadas
por los medios de comunicación estatales.
Otra
inquietud de la gente es el deterioro del medio ambiente a raíz de décadas de
crecimiento desenfrenado. Un documental difundido en los últimos días
que critica en forma discreta las políticas medioambientales del gobierno fue
visto más de 100 millones de veces en Internet, obligando a los censores a
contener la cobertura.
“Me
preocupa no contar con un seguro social”, dice Yang Jiahua, un guardia
de seguridad de 54 años en una fábrica de juguetes en la provincia de
Guangdong. “Sigo
trabajando acá con la esperanza de obtener una pensión. De otro modo, me
hubiera marchado hace rato. Me siento miserable y deprimido y no albergo
muchas esperanzas”.
Un
factor que complica la labor de las autoridades es un entorno fiscal más
restringido. Se prevé que China eleve su meta de déficit fiscal, que en
2014 alcanzó 2,1% del Producto Interno Bruto.
El
inesperado recorte de tasas de interés del banco central de China pone de
manifiesto las medidas cada vez más agresivas en las que el gobierno se apoya
para revitalizar la actividad de la segunda mayor economía mundial.
Se ha reducido en un cuarto de punto porcentual la tasa
de interés de referencia y las tasas de los depósitos menos de cuatro meses
después de la última rebaja y antes de lo que muchos economistas y analistas
esperaban.
Con la medida, el banco central del país renovó la
inquietud sobre un conjunto de temas que lastran a la economía: el bajón del mercado
inmobiliario, la huida de capitales que reduce la capacidad de prestar de los
bancos y los crecientes riesgos que supone el abaratamiento del petróleo que,
de hecho, están aumentando los costos del crédito para las empresas.
Con esta medida, agregó Li, “el gobierno confía en
impulsar la confianza empresarial y hacer oficial que China ha entrado en un
ciclo de relajación”.
Muchas
áreas de la economía mundial, como los productores de materias primas, los
fabricantes de automóviles y los fabricantes de productos de consumo siguen
mirando a China en busca de crecimiento.
Se
espera que el gobierno chino impulse la actividad económica con varios recortes
amplios de tasas de interés y más y mayores inversiones en proyectos de
infraestructura, pero muchos funcionarios chinos y economistas advierten
de que estas decisiones conllevan riesgos. En particular, una rebaja excesiva
de las tasas de interés podría aumentar los ya de por sí elevados niveles de
deuda de las empresas y los gobiernos locales y paralizar los planes de
desapalancamiento, reducir el exceso de capacidad industrial y obligar a llevar
a cabo más medidas de eficiencia en las compañías estatales.
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