Michael Milken y David Bonderman son algunos de
los destacados inversionistas que se están beneficiando de apuestas en uno de
los sectores más populares del momento: empresas jóvenes que desarrollan
medicamentos contra el cáncer utilizando el sistema inmunológico del organismo.
El interés en esta rama emergente, conocida como
inmunoterapia, despegó tras
el éxito de Yervoy
(ipilimumab) y Opdivo (nivolumab), un par de medicamentos para tratar el
melanoma desarrollados por Bristol-Myers
Squibb
Para 2020, los tratamientos podrían generar US$8.500
millones en ingresos anuales, predice Credit Suisse, equivalente a más de la mitad de la facturación de
la farmacéutica estadounidense en 2014, que ascendió a US$15.900
millones.
Las esperanzas de que empresas nuevas puedan repetir y
extender esos avances explican las recientes ganancias en los precios de las
acciones de Juno TherapeuticsInc., Kite Pharma Inc. y bluebird bio Inc. Sus tratamientos, que siguen una
línea distinta a la de Brystol-Myers, todavía no han llegado al mercado.
“Claramente es algo nuevo y no será un camino sencillo”,
dijo Arie Belldegrun, presidente de Kite. “Pero si podemos hacer realidad lo que prometemos, por
primera vez no se hablará de remisión, podremos hablar de una cura para el
cáncer”.
Standard & Poor’s publicó a principios de febrero un
informe en el que nombraba
cinco agentes de inmunoterapia para tratar el cáncer entre sus 10 medicamentos
con mejores perspectivas para 2015, lo que subraya un entusiasmo
creciente por la estrategia.
Las medicinas ingresaron a la lista por su probabilidad
de convertirse en grandes éxitos de ventas, así como por su probable impacto
sobre empresas individuales. Ninguna de estas medicinas fue incluida en su
lista previa de 2009.
Más empresas están adentrándose en “la biología subyacente y el
entendimiento de los sistemas biológicos que deberían transformar el
tratamiento de muchas enfermedades extremadamente serias”, dijo James E.
Flynn, socio gerente de Deerfield Management Co., una firma de inversión con
apuestas en este sector.
Entre las empresas que están generando interés, solo Bristol-Myers y Merck han
conseguido que la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos
(FDA, por sus siglas en inglés) apruebe sus fármacos de inmunoterapia. Muchos
laboratorios de menor capitalización de mercado deberán esperar un año o más
antes de que los estudios ayuden a clarificar los beneficios, riesgos y
potencial de mercado de sus tratamientos.
Juno,
que está desarrollando terapias para la leucemia y linfomas, realizó una
oferta pública inicial de acciones en diciembre a US$24 por título. El martes,
sus acciones cerraron en US$45,51. Las acciones de Kite Pharma han multiplicado
su valor desde principios de octubre, de US$28 a US$63,82 el martes. Bluebird
bio, impulsada más por
avances en medicamentos de terapias genética que en inmunoterapia, ha
registrado un aumento en el precio de sus acciones de US$39 a principios de
diciembre, a US$93,80 el martes.
Los
tratamientos de las tres compañías son complejos, probablemente serán caros y
causarán serios efectos secundarios en algunos pacientes. Ninguno ha sido aprobado hasta
el momento.
Aun así, han dado resultados significativos en pruebas iniciales en leucemia y
otros cánceres de sangre, y los investigadores avanzan contra reloj para
encontrar maneras de extender su uso a otros tipos de cáncer.
De hecho, científicos alrededor del mundo están
trabajando en varios tipos de tratamientos de inmunoterapia, así como formas de
combinarlos con medicamentos existentes para combatir todos los tipos de cáncer
y extender sus beneficios a más pacientes.
George Soros es uno de los inversionistas que apuestan a
la inmunoterapia.
Michael Milken también fue un inversionista inicial en la
empresa. Un vocero de Milken, quien no quiso confirmar la inversión, dijo que
“las más de cuatro décadas de trabajo filantrópico en investigación médica y
salud pública le han dado” al ex rey de los bonos basura “una comprensión
profunda del potencial de los avances para salvar vidas”.
“He estado creando
empresas de biotecnología durante 28 años y esta es la primera vez que los
doctores, que han visto todo están asombrados”,
Los
fondos de pensiones y fondos de private equity están entre los que están
elevando las inversiones en inmunoterapia.
Bristol y otros que trabajan en medicinas de
inmunoterapia, incluyendo a Merck, Roche Holding, AstraZeneca y Novartis, son tan grandes que su impacto
financiero en esta rama podría ser diluido por otros negocios. Es por
eso que los inversionistas están apostando a las empresas más pequeñas.
No
todo es alentador. Dendreon Corp. , cuya vacuna para el cáncer de próstata
Provenge fue la primera inmunoterapia en recibir aprobación de los reguladores
estadounidenses en 2010, se hundió en medio de su eficacia limitada,
traspiés de marketing y medicinas rivales más efectivas.
El
fuerte interés en la inmunoterapia, una idea que data del siglo XIX, surgió de
un descubrimiento clave del investigador James Allison a mediados de la década
de los 90. Allison, ahora jefe de inmunología en el Centro para el
Cáncer Anderson en Houston, descubrió
una manera de frenar de forma natural el sistema inmunológico. El
trabajo de Allison allanó el camino para el desarrollo del medicamento Yervoy de Bristol-Myers,
aprobado en 2011 y la primera droga en mejorar la supervivencia de pacientes
con melanoma avanzado.
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