Japón
se enfrenta a una difícil batalla a la hora de intentar sanear su situación
presupuestaria debido al envejecimiento de la población, que reduce la población activa
al tiempo que aumenta el número de personas con necesidades de asistencia
pública, según las nuevas proyecciones del gobierno.
Estas proyecciones, publicadas junto al plan
presupuestario, exponen el camino al que se tendrá que enfrentar el primer
ministro japonés: un
futuro con problemas demográficos mientras combate el lento crecimiento y la
deflación.
Sin embargo, las proyecciones también muestran que va por
buen camino. Su
presupuesto para el año fiscal que comienza en abril reducirá el tamaño del
déficit presupuestario primario --que excluye el pago de intereses-- a
la mitad, hasta situarlo en el 3,3% del Producto Interno Bruto, frente al 6,6%
del PIB que registró en el año fiscal 2010.
Pero no logrará el objetivo de equilibrar el presupuesto
primario para 2020.
Las
previsiones sugieren que la economía de Japón crecerá un 3,5% en términos
nominales y un 2% en términos reales ajustados a la inflación. En los
últimos 10 años, la economía nipona se ha contraído de media un 0,4% en
términos nominales, y ha crecido solo un 0,8% en términos reales ajustados a la
inflación.
Japón
ha acumulado una deuda pública superior al 240% del PIB, según datos del
Fondo Monetario Internacional, debido a que el lento crecimiento ha reducido la
recaudación fiscal mientras los niveles de gasto se han mantenido sin cambios.
Como primer paso para recuperar la salud fiscal, Japón se
fijó en 2010 el objetivo de equilibrar el presupuesto primario para 2020.
Pero uno de los principales
problemas de Japón es su demografía. Entre 2015 y 2020, la población de Japón
debería descender un 2%, la población activa se reducirá un 4,4% y el número de
personas mayores de 65 años aumentará un 5%.
Se espera que la política aborde estos problemas aumentando la productividad laboral, incrementando las inversiones y elevando
la participación de la mujer en el mercado laboral.
Las proyecciones asumen que el impuesto sobre las ventas
se incrementará hasta el 10% desde el 8% en 2017, y que subirán otros impuestos fiscales un 4,6% al año
entre 2015 y 2020.
Pero, incluso asumiendo que todo esto suceda, Japón
seguirá teniendo un déficit presupuestario primario del 1,6% del PIB en 2020,
según las proyecciones del gobierno.
Los
economistas afirman que será necesario alcanzar un crecimiento nominal del 5%
si se pretende lograr el objetivo fiscal sin reducir gastos ni aumentar
impuestos.
Las últimas proyecciones
probablemente refuercen la idea de que será necesario algún tipo de austeridad
fiscal, como reducir
el gasto en seguridad social o elevar más los impuestos sobre las ventas.
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