Los
inversionistas pasan mucho más tiempo buscando acciones para comprar que
pensando en cuándo venderlas. Se trata de un defecto potencialmente
costoso, en especial durante un mercado alcista en Estados Unidos que se acerca
a su quinto aniversario, la misma cantidad de años que llevaba el auge anterior
cuando terminó en 2007.
Debería
analizar cuidadosamente su portafolio de acciones para decidir si tendría que
vender algunas, y cuáles. Una regla general es evaluar sus posiciones
con el mismo criterio de valuación que utilizó cuando decidió comprarlas
inicialmente. Si compró
una acción porque su relación precio-ganancia está muy por debajo de la del
mercado, por ejemplo, entonces debería considerar venderla si ahora pasó a
estar muy por encima.
Los
investigadores también han identificado una serie de indicadores menos
conocidos que puede usar para identificar acciones de las que podría querer
deshacerse. Derivan de la aversión que tienen muchos inversionistas a
vender y que está tan arraigada que cuando una acción finalmente la supera y se
vende mucho, es una señal realmente importante y es probable que tenga un
desempeño inferior al del mercado en los siguientes meses.
La
renuencia de los inversionistas a desprenderse de acciones que en su momento
les gustaron lo suficiente como para comprarlas tiene múltiples
manifestaciones. Por ejemplo, los inversionistas suelen vender una acción sólo
cuando necesitan efectivo para comprar otra que los entusiasma en particular,
señala Terrance Odean, profesor de finanzas de la Universidad de California en
Berkeley. Además, afirma, a
menudo se resisten a vender cualquier título que esté generando pérdidas,
algo que, no hace falta decir, no tiene nada que ver con su potencial.
Como consecuencia, explica Odean, "para la mayoría
de los inversionistas, comprar
es una actividad prospectiva mientras que vender es una actividad retroactiva".
Lo importante es aceptar las consecuencias de una acción
que ha tenido un desempeño considerablemente inferior al del mercado durante
los últimos 12 meses y venderla.
Los inversionistas particulares no son los únicos que
exhiben una fuerte aversión a vender; a los analistas de Wall Street también
los afecta. Actualmente, por ejemplo, sólo 25 acciones incluidas en el índice
S&P 1500 tienen una recomendación de vender de parte de la mayoría de los
analistas o se prevé que rindan menos que el mercado, según FactSet. En cambio, dos tercios de las
acciones entran en las categorías de "comprar" o de "desempeño
superior al del mercado".
Por lo tanto, deberíamos prestar particular atención a
cuando los analistas de hecho dicen "vender".
Brad Barber, profesor de finanzas de la Universidad de
California en Davis, señala
que tiene más sentido seguir una recomendación de venta del consenso de los
analistas de Wall Street que una de compra.
Un tercer indicador que se puede utilizar para decidir cuándo vender es
seguir de cerca las actividades de los corredores que principalmente apuestan a
la caída del precio de las acciones.
Este grupo se conoce como vendedores al descubierto, es decir que venden acciones
prestadas con la esperanza de recomprarlas a un precio más barato, devolverlas
y quedarse con la diferencia. Esta actividad también se conoce como
venta en corto.
Adam Reed, profesor de finanzas de la Universidad de
Carolina del Norte en Chapel Hill, afirma que las acciones suelen tener un desempeño considerablemente
inferior al del mercado si tienen un alto grado de posiciones en corto,
que se calcula al dividir la cantidad de acciones de una empresa que se venden
al descubierto por la cifra total de títulos en circulación. De hecho, señala, "el interés en corto es una
de las señales predictivas más fuertes en la literatura académica".
No hace falta vender una acción al descubierto para
seguir el ejemplo de los que apuestan a su descenso. En cambio, se pueden usar los datos de posiciones
al descubierto para determinar cuáles de las acciones que posee actualmente
podría querer vender primero.
Aunque se vuelva un experto en vender, no puede superar
una mala decisión de compra. Como indica Odean, no hay evidencia de que una
persona promedio pueda
elegir con regularidad acciones que superen el desempeño del mercado.
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