Los
Castro ya reciben comercio e inversiones del extranjero, y eso no ha ayudado
para nada a los cubanos
Los cubanos están programados desde una edad temprana
para quejarse con cualquiera que esté dispuesto a escuchar que “el bloqueo” es
la causa de la extrema pobreza de la isla. Ellos saben que es una mentira. Pero
repetirlo obedientemente es una habilidad de supervivencia. Eleva las probabilidades de que
el dictador no sospeche que uno tiene pensamientos contrarrevolucionarios, lo
despida de su empleo, saque a sus hijos de la escuela y se lo lleve a la
cárcel.
El
presidente Obama parecía tratar de demostrar sus propias credenciales
revolucionarias cuando anunció nuevas relaciones diplomáticas con la dictadura
militar y planes para hacer que sea más sencillo que los estadounidenses viajen
a la isla y comercien con los cubanos. En repetidas ocasiones vinculó el
aislamiento del pueblo cubano a la política estadounidense, tal como el régimen
les enseña a los niños cubanos. Se quejó de que el embargo contribuye a dejar a “Cuba cerrada a un mundo
interconectado”. En referencia al limitado acceso que los cubanos tienen
a las telecomunicaciones, dijo que “nuestras sanciones a Cuba les han negado a
los cubanos el acceso a la tecnología que les ha dado poder a personas
alrededor del mundo”.
Incluso
el campesino cubano más humilde se reiría a carcajadas si hubiera oído esas
declaraciones, pero ninguno lo hizo porque, hablando de aislamiento, no tienen
acceso a otra cosa que no sea la televisión estatal cubana. Los cubanos
saben que la isla no está aislada de los extranjeros. Según estadísticas
cubanas, en 2013 hubo 2,85 millones de visitantes a la isla de 11 millones de
habitantes. Estos incluyeron turistas e inversionistas europeos, chinos,
latinoamericanos, canadienses y estadounidenses. En los primeros seis meses de
este año, según The Havana Consulting Group, hubo 327,000 visitantes estadounidenses a Cuba.
El
aislamiento es causado por el estado policial, que controla y vigila los
movimientos de los extranjeros, llevando a la mayoría de los visitantes
a los resorts. Los periodistas extranjeros que se oponen abiertamente a la
línea del Partido Comunista no son admitidos en el país.
Más
visitantes no harán nada para reducir la pobreza cubana. El régimen se
queda con la moneda fuerte que dejan estos y les paga a los trabajadores en
pesos que no valen nada. Los extranjeros que deciden premiar a los buenos trabajadores sin la aprobación
del Estado pueden terminar en la cárcel.
Es cierto que el pueblo cubano carece de acceso a la
tecnología, pero la sugerencia de Obama de que se debe al embargo es un error
garrafal. Carlos Slim, el monopolista de telecomunicaciones mexicano y actor
global en el sector; Telefónica, el proveedor español de telecomunicaciones y
banda ancha; Natcom, de Vietnam; Digicel, de Irlanda, e incontables empresas
más pueden hacer negocios en la isla. Sin embargo, no pueden proveer acceso a Internet en los
hogares debido a que el Estado lo prohíbe.
Las compañías de telecomunicaciones estadounidenses están
cabildeando en Washington para poder hacer negocios con el dictador. Por lo
tanto, para vendernos la idea, Obama asegura que este pequeño y atrasado país
caribeño es un enorme mercado de exportación. Una pregunta: ¿cómo es posible que países como
México y España no hayan inundado este paraíso virgen para los capitalistas y
potenciado a la clase media cubana? Tal vez porque un par de rufianes ha
ajustado el juego a su favor. Ellos deciden quién y qué entra al país, tratan a
los cubanos como esclavos, encarcelan arbitrariamente a emprendedores
extranjeros y se quedan con su propiedad cuando les place.
Algunos delirantes comentaristas promercado creen que el
antimercado Obama está de repente promocionando sus ideas en Cuba. Obama quiere que creamos que
cuando los estadounidenses hagan negocios en Cuba, los cubanos tendrán más
poder. Es gracioso
que no se haya sentido de la misma forma para ayudar a la democrática Colombia
cuando su acuerdo de libre comercio con EE.UU. tenía que ser ratificado. En
aquel entonces, la Casa
Blanca estaba preocupada por los derechos de los trabajadores colombianos.
Ahora, bueno, no tiene importancia.
Los
Castro están en total pánico debido a que Venezuela, que ha sido su salvavidas
financiero por 15 años, está quebrada. La última vez que las cosas
estuvieron así de mal fue cuando los subsidios soviéticos se agotaron a
principios de los 90 y el régimen se quedó sin dinero, Castro introdujo el
“período especial”.
Se les permitió entonces a los cubanos abrir restaurantes
en sus casas, operar taxis y proveer otros servicios a extranjeros y locales. A medida que los emprendedores
florecieron, el Estado comenzó a perder el control absoluto del que había
dependido desde 1959. Fidel tomó medidas drásticas apenas se estabilizó Cuba.
Ahora, los mafiosos están de nuevo contra las cuerdas. Si
pueden elevar el número de viajeros estadounidenses a la isla y luego liberar
la financiación multilateral que ahora está bloqueada por EE.UU., quizás
podrían subsistir. Pero si
no, la dictadura probablemente se desmoronará, lo que hace preguntarnos a quién
está tratando de ayudar Obama al intervenir ahora.
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