Crear
una empresa es el sueño de muchos, pero
el proyecto de pocos. Conozca las principales razones por las que fracasan los
emprendimientos y consejos para remediarlas.
Son
muchas las personas que quieren emprender, pero son pocas las que de verdad se
arriesgan a hacerlo. ¿Por qué? La mayoría de las veces se debe al miedo al fracaso a y a salirse de la
zona de confort, pero muchas otras porque se cree que no hay dinero para
emprender o por desconocimiento de cómo hacerlo.
El último reporte del Global Entrepreneurship Monitor,
estudio que mide la actividad de emprendimiento a nivel mundial, demuestra que
la población tiene un alto
interés por emprender, sin embargo, muchos empresarios tienen problemas
a la hora de establecer sus empresas.
Por su parte, estudios de la Cámara de Comercio de Bogotá estiman que
después de un año, el 55% de las empresas sobreviven y solo un 23% logra cruzar
el umbra de los 3 años. Esta discontinuidad en la actividad emprendedora está relacionada con la baja
rentabilidad, problemas financieros y con otras oportunidades de empleo.
Estos argumentos son soportados por el Instituto del
Fracaso (Failure Institute),que afirma que las razones por las que fracasan las
empresas son:
Ingresos
propios insuficientes para subsistir
Problemas
en la ejecución de lo planeado
Problemas
de financiamiento
Punto
de venta inadecuado
Falta
de desarrollo del personal
Las variables anteriores son trabajables, pero todo comienzan por la misma motivación del emprendedor;
cuando la empresa no se ve como un proyecto de vida, sino como una opción para
conseguir dinero en el corto plazo, es muy probable que sus fundadores desistan
al presentarse mejores oportunidades laborales. Así mismo, se debe buscar ideas de negocio
que combine la pasión, las habilidades y las necesidades del mercado.
Cuando existe una relación entre estas variables, las posibilidades de tener un
negocio sostenible son mucho más amplias.
También tenga en cuenta que los grandes imperios se destruyen desde adentro,
por esta razón es muy importante que se cuente con un excelente equipo de trabajo. Un emprendedor
no puede hacerlo todo solo y por eso necesita de personas que complementen sus
capacidades. Esto también aplica a la hora de buscar socios, pues muchas veces se opta por
colegas o amigos que no generan mucho valor, cuando se deberían buscar personas
que aporten otros puntos de vista y cuyas habilidades se complementen. Por su
parte, a la hora de
iniciar un negocio familiar, siempre es una buena idea tener un ente mediador,
bien sea como fundador o en la junta directiva, que ayude a buscar una visión de largo plazo que
no se encuentre viciada por las dinámicas familiares.
Finalmente, se deben revisar múltiples opciones a la hora
de financiar la empresa. Comunmente, cuando las cosas están a nivel de idea, es bueno valerse de ahorros,
amigos y familiares; cuando se está estructurando el modelo de negocio existen
concursos y capital semilla; y finalmente cuando se entra en el proceso
de establecimiento y aceleración de las mismas, se puede optar por capital de
riesgo procedente de inversionistas ángeles o fondos de capital.
Lo anterior plantea un gran reto, pues los emprendedores
creen que “no hay dinero” y los inversionistas consideran que “no hay
emprendedores”, lo que demuestra el alto grado de desconocimiento que existe en
el país sobre el ecosistema de emprendimiento y sobre los fondos y subsidios
que existen dentro del mismo. Para subsanar esta problemática, es importante que exista una
mayor cohesión entre la academia, el gobierno, las aceleradoras y los fondos de
capital, a fin de tener un lenguaje unificado y un mayor alcance frente a
emprendedores potenciales. Solo
así, se pueden evitar a tiempo las razones para el fracaso, pues se contarán
con negocios mejor estructurados y con acceso al capital necesario para que
puedan desarrollarse.
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