Lo
primero que tenemos que entender es que es indispensable dejar de enfocarte en
el “yo” y comenzar a crear y creer en el “nosotros”, a pesar de que no sea nada
sencillo batallar con las opiniones de cada persona.
Estas
son las situaciones comunes que debes evitar, para que no se generen conflictos
al interior de tu grupo.
Solo
decides tú
No hay nada más molesto que trabajar por y para un líder
que toma las decisiones de manera déspota, evadiendo o anulando las ideas de
los demás. Esto desmotiva
a los empleados y casi siempre (por no decir siempre) te pierdes de
opiniones muy productivas. Si escuchas y abres tu mente, el camino para
implementar cualquier estrategia o cambio será más fácil.
Áreas
divididas
Es importante que establezcan objetivos comunes, que
trabajen por las mismas metas. Para ellos es fundamental que comuniques de manera clara la misión
del proyecto de la empresa, definiendo cómo cada miembro y departamento
ayudará a obtenerlas, evitando así que comiencen a culparse los unos a los
otros por no alcanzarlas. Logra que se entienda que tanto los inconvenientes
como los atinos son compartidos.
Los
miembros del equipo no se conocen
No te escandalices, pero es mucho más común de lo que imaginas
que en los equipos no se conozcan o no se comunique continuamente. Si quieres
que tu orquesta (equipo de trabajo) se entienda con armonía, deben haber canales suficientes de
comunicación, que se escuchen y reciban retroalimentación, pero sobre
todo que identifiquen la cara de sus coequiperos.
No
confiar en nadie
La
confianza es el peldaño más importante, así se identifican las
habilidades de cada uno, se designan roles y se identifican los mejores canales
de ayuda entre ellos. Es además determinante para empoderar a los colaboradores
y no terminar haciendo solo lo que era un trabajo en grupo.
Nadie
habla mal de quien no está
El
chisme es algo que no se puede permitir en ningún caso. Cuando se
presente una inconformidad con el proceder de alguien, es mejor que fomentes la
comunicación directa, para no distribuir información con los que no les
corresponde y dejar que repercuta en comentarios distorsionados.
El
mal genio no cruza la puerta
Esas
personas negativas y que todo el tiempo están renegando desgastan a todo el
mundo y generan un pésimo ambiente de trabajo. Si existe en tu equipo,
es probable que sea mejor asignarle tareas que no le impliquen mucho trabajo en
equipo o, aún mejor, comenzar a desarrollar un plan de mejoramiento para
incluirlo en próximos proyectos.
Pilas
con la diversidad
Todos somos seres totalmente diferentes, es casi
imposible encontrar personas que piensen, interactúen o trabajen exactamente
igual. En ese orden de ideas, hay que dejar los prejuicios a un lado y abrirse a todas las
posibilidades…de todas las persona hay mucho que aprender.
Ser
el “antipático”
Una cosa es ser serio, pero otra es caer en la nula
empatía con los demás, porque generarás obstáculos. Sé cortés, amable, y humilde, estas
prácticas siempre son bien recibidas por todos los individuos y mejoran el
ambiente para fomentar que las ideas fluyan.
No
escuchar a nadie
Si no dejas participar a los demás, no logras estimular
el sentido de pertenecía ni la colaboración, evitando la generación de nuevas
ideas y soluciones. En pocas palabras, entorpeces la esencia del trabajo en equipo que es
la colaboración.
Nunca
se dice qué está bien hecho, solo que hay algo mal
No recaigas en el error de no evaluar asertivamente al
equipo, debes reconocer y exaltar públicamente todo aquello bien hecho, al
igual que hacer una apropiada retroalimentación cuando las cosas no están
saliendo bien en su tarea.
Ahora la pregunta es ¿qué tan frecuentemente has cometido alguno de estos
errores? Llegó la hora de que empieces a darle solución para que todo
mejore en la empresa, recuerda
que “el trabajo en equipo es la habilidad de trabajar juntos hacia una visión
común. Es el
combustible que le permite a la gente común obtener resultados poco comunes”.
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