LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE LAS RELACIONES ENTRE CHINA Y RUSIA


En un escenario de tensas relaciones con EE UU y muchos países vecinos, es sumamente importante para Pekín fomentar las relaciones de amistad con Moscú. No obstante, la base económica de esta amistad también necesita, más que nunca, una consolidación.

Xi Jinping comunicó en diciembre de 2012 que Rusia sería su primer destino oficial. Indudablemente, la elección del primer destino del presidente chino posee un gran significado simbólico. No obstante, hay que tener en cuenta  que el mandatario no tenía otra opción ya que debe representar a China en la cumbre de países BRICS, a celebrar en Sudáfrica.

A juzgar por declaraciones de funcionarios norteamericanos, muy próximamente va a producirse un cambio de rumbo en la política estadounidense hacia Asia.

Ante esta nueva situación, China va a necesitar fieles aliados o al menos vecinos no conflictivos. Sin embargo, el gigante asiático está en la actualidad rodeado de  vecinos “problemáticos”. Con algunos de ellos mantiene conflictos territoriales (India, Japón, Vietnam y Filipinas),  con otros (Corea del Sur, Mongolia, Kirguistán, Tayikistán, Kazajistán) desarrolla un pujante intercambio comercial pero existen recelos en el ámbito político.

Y otros países como Pakistán o Corea del Norte son bastante inestables. Así que Rusia es el único país que puede jugar el papel de aliado. Pero también aquí hay que superar no pocos escollos.

En los últimos tiempos, Moscú y Pekín afianzaron notablemente sus relaciones en la esfera política. Se creó la Organización de Cooperación de Shangái, votaron conjuntamente en la ONU   para contrarrestar el peso de los otros tres miembros permanentes, se manifestaron en contra del escudo antimisiles.

Sin embargo, en el ámbito comercial la segunda y sexta economía del mundo (por PIB nominal) están lejos de alcanzar el nivel máximo de cooperación.

Los líderes de la Federación Rusa y de la República Popular China  se marcaron el objetivo de alcanzar para el año 2015 un nivel de intercambio comercial de 100.000 millones de dólares y de 200.000 millones para el año 2020.

Para alcanzar los objetivos hay que emprender inmediatamente varios proyectos.
En primer lugar, alcanzar un volumen de intercambio comercial de 200.000 millones de dólares es prácticamente imposible sin la firma por parte de China de un acuerdo de compra de gas ruso. Gazprom y CNPC firmaron  un memorándum en el 2006,  y el año pasado deberían haber sido inaugurados dos gaseoductos con una capacidad de 68.000 millones de kilovatios cúbicos al año.
Sin embargo, por el momento este proyecto está en el aire  debido a discrepancias en el precio.

Ambas partes tienen ante sí el reto  de incrementar significativamente el comercio de petróleo. A juzgar por todo ello, estos acuerdos son primordiales en la visita de Xi Jinping.

Moscú y Pekín tienen que revisar el programa regional de cooperación económica entre las regiones del Lejano Oriente ruso  y el extremo nororiental de China que fue firmado en 2009  pero que por el momento no se ha llevado a la práctica.

La administración rusa tiene también que decidir si permite el acceso a Siberia y al Lejano Oriente a los inversores chinos y, si es así, cuáles serían las reglas de juego.

Finalmente, estos dos países deben aumentar su actividad inversora. China es el cuarto país por volumen de inversión en la Federación Rusa.


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