LOS DESEQUILIBRIOS GLOBALES


La estrategia de Arabia Saudita de permitir el colapso del precio del petróleo comienza a dar resultados: para mediados de este año se calcula que la producción de esquisto de Estados Unidos estará totalmente frenada.

Según Bloomberg, “los precios están siendo empujados hacia niveles que forzarán cierres inmediatos de pozos en áreas de altos costos como Canadá y Estados Unidos”. Esa es la razón para que el precio del barril se haya recuperado hacia niveles de US$50 la semana pasada.

Nicolás Maduro hizo una desesperada gira para implorar ayuda de China y que la OPEP restringiera la oferta de crudo. En su primera parada, el nuevo imperio se negó a aumentar su exposición en Venezuela y le exigió medidas similares a las que le demandaría el FMI para asegurar el servicio de las deudas vigentes. Los grandes productores árabes, por su parte, no se conmovieron con las peticiones de Maduro. Venezuela cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, pero se trata de crudos pesados que no pueden ser explotados con un nivel de precios de mediano plazo como los actuales. Lo mismo aplica a Colombia, que ya debe despedirse de la posibilidad de ser un productor importante de crudo hacia el futuro.

Entretanto, la Corte Constitucional le dio vía libre al Banco Central Europeo para que adquiriera deuda soberana de sus estados miembros, abriendo la llave de la expansión monetaria. Esto precipitó la devaluación del euro que rozó los 1,15 dólares (de niveles de 1,25 hace un mes), significando un gran alivio para Grecia, Portugal y España, que contarán con tasas de interés más bajas para atender sus deudas, y cuyas exportaciones se impulsarán. Europa está al borde de la deflación de precios y una mayor oferta monetaria puede impedir que recaiga en una profunda recesión.

La decisión del Banco Nacional de Suiza de abandonar su tasa de cambio fija dio lugar a una revaluación del 30% y sacudió los mercados del mundo, poniendo de relieve la pérdida de confianza en el euro. Suiza era refugio para los euroescépticos: obligaba a su banco central a emitir para adquirir divisas, haciendo que sus reservas equivalieran a 75% de su PIB. Se trata de un banco ortodoxo que propiciaría una recesión en el pequeño país, aunque mantener una magnitud tan elevada de divisas le podía significar pérdidas ruinosas al caer sus valores en los mercados cambiarios.

Para Colombia, la nueva situación apunta a un fortalecimiento relativo del peso hacia los $2.200 por dólar, pues su nivel ha estado estrechamente asociado al precio internacional del crudo. Obviamente, también se dará una pérdida de competitividad frente a Europa, aunque el tratado de libre comercio con ese bloque no ha rendido todavía todos sus beneficios para los exportadores colombianos. Estados Unidos continúa recuperándose, su nivel de desempleo disminuye y, de continuar, el Banco de la Reserva Federal normalizará su política monetaria, aumentará sus tasas de interés y fortalecerá nuevamente el dólar.


Un dólar fuerte es una noticia buena para los exportadores colombianos, pues les aumentará la rentabilidad de sus negocios, pero es malo para los deudores en dólares, que incluyen tanto al Gobierno Nacional como a empresarios y bancos que se endeudaron en esa moneda, creyendo que la bonanza petrolera era inacabable. Lo único cierto hoy es la incertidumbre que gravita sobre la economía global.

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